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Un diálogo franco y propuestas concretas alrededor de los derechos comunicacionales de los niños, niñas y adolescentes durante y después de la pandemia fue lo más destacado de la segunda jornada abierta de la Plataforma de Reguladores del Sector Audiovisual de Iberoamérica – PRAI

La PRAI vivió su segunda jornada abierta este 7 de mayo del 2021 y abordó los derechos comunicacionales de los niños, niñas y adolescentes durante y después de la pandemia generada por el Covid-19 en el mundo. Ernesto Orozco Orozco, Comisionado de la Sesión de Contenidos Audiovisuales de la Comisión de Regulación de Comunicaciones de Colombia – CRC y Presidente de la PRAI, dio la bienvenida a este encuentro en nombre de las vicepresidencias de la Plataforma en cabeza del Consejo Audiovisual de Cataluña y el Instituto Federal de Telecomunicaciones de México, y aseguró que los niños, niñas y adolescentes son la población más vulnerable, no solo ante la amenaza del virus, sino porque los efectos de la pandemia atentan de manera directa contra sus derechos fundamentales.

 

Y es que, según la Unesco, en materia de educación toda una generación ha debido interrumpir sus estudios producto del cierre de los centros académicos: más de 1570 millones de estudiantes, el 91% a nivel mundial, está o estuvo en algún momento sin clases. Esta cifra presenta un panorama preocupante que requiere una atención inmediata desde todos los frentes sociales para minimizar los efectos de esta desescolarización abrupta. Lastimosamente, los indicadores siguen mostrando que los niños -y especialmente las niñas- en edad escolar que no van al colegio por largos periodos de tiempo, tienen menos posibilidades de regresar a clase cuando estas se reanudan, además de que se limita su acceso a programas de nutrición escolar, lo que es resulta un aporte fundamental para procesos de desarrollo físico y mental en los sectores más vulnerables.

 

Por eso es necesario hacer un llamado a todos los frentes debido a que la consecuencia que esta pandemia podría tener en los niños, niñas y adolescentes podría tardar años en ser remediada, sino es que se convierte en un daño permanente. Hoy más que nunca y como evidenció el más reciente estudio de la CRC en esta materia, los niños distribuyen su tiempo en consumo audiovisual en diferentes medios; la televisión muestra un porcentaje importante, pero por supuesto, el internet cobra gran relevancia, así como el contenidos que se ve por teléfonos celulares, tabletas y el de las consolas de videojuegos, desde luego; aunque un alto porcentaje de los niños, niñas y adolescentes sienten que los programas

que ven no tienen nada que ver con sus maneras de vivir; un dato que debe alertar a los realizadores debido a que, en la mayoría de las ocasiones, no hay alternativas de mercado para ellos.

 

Este panel se propuso abordar las adaptaciones que se hicieron en la región respecto de la oferta de contenidos dedicados a niños, niñas y adolescentes en el 2020, y examinar la existencia de registros en cuanto a la demanda de la audiencia infantil y juvenil de los mismos durante el periodo de aislamiento y distanciamiento físico. Asimismo, se comentó cómo la evolución de la brecha digital durante el período en cuestión permite contar con un diagnóstico aproximado y conocer los desafíos para imaginar nuevas propuestas de cara a los próximos años.

 

Pensando en ello, la moderadora de esta segunda jornada de la PRAI, Mariela Baladrón, asesora del Ente Nacional de Comunicaciones de Argentina – ENACOM y coordinadora del grupo de trabajo de niñez y adolescencia de la PRAI, recalcó que el equipo busca reconocer como sujetos de derecho a los niños, niñas y adolescentes, y tomar en consideración los temas sobre los que ellos se informan, su participación en las pantallas y su protección en las distintas maneras de consumo.

 

A su turno, Dolores Espeja, coordinadora del Consejo Asesor de la Comunicación Audiovisual y la Infancia de CONACAI, subrayó el hecho de que los derechos comunicaciones de los niños, niñas y adolescentes tiene que ver con la actividad de la información y la comunicación que pueden ser promovidos o vulnerados a través de los medios, y pueden y deben ser protegidos por la ley. A partir de este cambio de paradigma, los niños, niñas y adolescentes ya no son concebidos como objetos de tutela del Estado y las Instituciones, sino como sujetos de derecho. Eso supone producir y realizar contenidos con ese enfoque que les permita informarse, opinar, participar activamente de los procesos comunicativos, incluir sus voces (no ser hablados a través de adultos), no ser estigmatizados ni estereotipados ni discriminados, y que los discursos que los involucran promuevan relaciones libres de violencia, desalienten el odio, alienten la convivencia democrática, la igualdad, la justicia social y la diversidad de culturas, géneros, lenguas y contextos sociales, entre otros.

 

Espeja enfatizó que durante la pandemia las medidas de aislamiento y distanciamiento físico en virtud del momento epidemiológico modificaron la organización de vida y la mayoría de las actividades cotidianas se trasladaron a la virtualidad: el estudio, el trabajo… Eso incluyó a los niños, niñas y adolescentes que, aunque son nativos digitales y su vínculo con la tecnología existe, este se multiplicó

e intensificó. No obstante, también se agudizó el miedo, con experiencias cercanas a la enfermedad y la muerte, y con esta carga emocional ahora están los niños, niñas y adolescentes más horas frente a las pantallas y el entorno adulto no puede mediar o acompañar esta sobreexposición por falta de tiempo o de instrucción al respecto.

 

La falta de conectividad genera una asimetría en el acceso a determinadas visiones culturales y a la información en general; no les permite a muchos niños, niñas y adolescentes sacar adelante su escolaridad. En este panorama, el enfoque de derechos en los contenidos y la accesibilidad se vuelve un imperativo de cuidado y de conducta social, y los que intervienen desde el ámbito estatal y privado tienen esa responsabilidad. Sin embargo, la representación de los niños, niñas y adolescentes y su participación en la realización de programas o contenidos destinados a ellos es muy poca, está cerca de la invisibilización, debido a que sus puntos de vista no están en las pantallas, ni ellos están incluidos en la programación habitual. En la mayoría de los casos esa puesta en escena es adultocéntrica y sin enfoque de derecho ya expuesto.

 

En el caso argentino, por ejemplo, Espeja rescató la decisión del presidente Alberto Fernández -y los de muchos otros países de la región- de declarar los servicios de internet y televisión por cable como servicios públicos de carácter esencial como parte políticas de inclusión para tratar de cerrar la brecha digital. Sin embargo, muchos medios aún se resisten a ello menoscabando los derechos de la población, incluidos, por supuesto, los de los niños, niñas y adolescentes.

 

Frente a ello, la reactivación del CONCACAI hace diez años se circunscribe como un acierto importante en la medida en la que este ente multidisciplinario, plural y federal que asesora a ENACOM para problematizar las situaciones que rodean a los niños, niñas y adolescentes, se articula en iniciativas frente a líneas de acción de su participación en la discusión de sus derechos y en la producción audiovisual, el fomento a la realización de contenidos para infancias y adolescencias, y el establecimiento de criterios de calidad para la elaboración de contenidos respecto a los parámetros narrativos y estéticos hegemónicos.

 

A continuación, Jordi Aguilera, editor del programa Info-K de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales que lleva 20 años de transmisión ininterrumpida en la televisión pública de la región, comentó que durante la pandemia se priorizó este espacio noticioso para niños, niñas y adolescentes

como un contenido clave para informarlos durante el confinamiento. Se ha vuelto un programa tan reconocido en Cataluña, que muchos niños, niñas y adolescentes ya los piden en casa y se replica on line en las escuelas al otro día, por lo que su audiencia por internet crece desde las aulas.

 

Así, por ejemplo, desde el primer momento en el que se decretó el estado de emergencia, muchos espacios fueron cancelados, pero este se mantuvo corroborando la importancia de reforzar y hacer que permanezcan los espacios destinados a informar a los niños, niñas y adolescentes. Entonces, desde el principio, comentó Aguilera también, se tomó la decisión de que la presentadora empezara a informar desde la cocina de su casa y su gato se convirtió en un nuevo personaje del informativo. Hubo 60 programas confinados con el objetivo de explicar palabras como “pandemia”, “virus”, “covid”, y también explicando por qué hay que usar tapabocas o lavarse las manos, porque la manera más efectiva de perderle el miedo a lo desconocido es conociendo.

 

Aguilera manifestó que hay que pensar que el tiempo libre de los niños aumentó durante el tiempo de confinamiento debido a su permanencia en casa y la manera de cubrir este tiempo no fue solo haciendo que vieran el programa, sino pidiéndoles que participaran, que le contaran al canal qué estaban haciendo para compartirlo con otros niños: explicar cómo hacer sus tareas del colegio, como hacer ejercicio, cocinar, experimentos científicos, hacer viseras para protección del covid…, y además compartiendo aquellas cosas que les hacían sufrir: sus padres o familiares enfermos, algunos que fallecieron, y contando cómo llevaban ese sufrimiento en un intento por atenuarlo.

 

Además, el programa propicio pequeños retos y les pidió a los niños, niñas y adolescentes enviar esos videos y productos para compartirlos en el espacio. La recepción y participación fue extraordinaria.

 

El objetivo del programa se convirtió entonces en dar una respuesta a lo que pasaba, pero para ello dejaron que los niños, niñas y adolescentes hicieran sus propias preguntas, y no se arrogaron el derecho de interpretarlas, sino que dejaron que fuera su propia voz e inquietudes las que llegaran a las pantallas para poner a su alcance la gente que podría responderles: políticos, científicos…, el objetivo era que les contestaran sus inquietudes frente a lo que lo estaba afectando directamente en ese momento: el covid.

Un ejemplo que puso el panelista fue como el consejero de educación les respondió directamente a los niños, niñas y adolescentes cómo iba a ser el regreso a clase, las excursiones en ese momento de confinamiento y distanciamiento físico, y muchas otras dudas que asaltaban a los menores de edad y

eran su verdadero interés por saber en medio de este fenómeno social para aminorar su nivel de tensión. Y es que había que enfocar las emociones de la información que se estaba dando. Había que invitar a los niños, niñas y adolescentes a compartir que estaban sintiendo y, con equipos de expertos, ayudarlos a gestionar esos sentimientos que durante la pandemia y el confinamiento fueron más fuertes: la pena, el dolor, el duelo, la soledad, el aburrimiento… Ayudarlos a manejar su tiempo para que pudieran relajarse en medio de esta situación tan tensa y que pudieran aprender y crecer personalmente a pesar de la circunstancia.

 

La respuesta de la audiencia fue espectacular y el informativo tuvo un éxito de impacto online cercano a los 173 mil usuarios y más 434 mil reproducciones en diversas plataformas.

 

Siguiendo Cielo Salviolo, Secretaria General del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de Derechos del Niño – CASACIDN, secretaria ejecutiva de CONACAI y directora del canal de televisión público infantil Paka-Paka, el primer canal de televisión público de Argentina, adujo a la importancia de la comunicación para la infancia desde el acompañamiento desde la mirada y perspectiva de ellos en medio de esta situación tan difícil producto de la pandemia y el confinamiento propiciados por el incremento del covid en el mundo. Aunque resaltó que en principio hubo cierta euforia para los niños, niñas y adolescentes por no ir al colegio y estar en casa con los padres, luego vino cierta extrañeza, aburrimiento, luego la angustia por las complicaciones socioeconómicas y laborales de muchos de sus familiares, y por último de nuevo las salidas que cambiaron por completo desde lo cotidiano y la normalidad a la que venían acostumbrados.

 

Entonces, Salviolo destacó la importancia de que padres, docentes y creadores de contenidos por igual escucharan las preguntas de los niños, niñas y adolescentes: “¿por qué no puedo celebrar mi cumpleaños o salir a la calle?, ¿la ciudad sigue igual?, ¿puedo visitar a los abuelos?…”. Había que aclararles que estaba bien estar tristes, aburridos, estresados, y no había tampoco que abrumarlos con mil propuestas en medio de esta situación inédita y desafiante.

 

Ahora, la restricción en la producción de contenidos también se dio en medio de la pandemia, y aun así había que generar productos que les contaran a los niños, niñas y adolescentes lo que estaba pasando diariamente; contarles que aunque estuvieran solos en su casa con su familia, había otro con el que

podían construir respuestas y soluciones a lo que estaba pasando, y ponerle palabras, cara y amor a un momento difícil y complejo en el que se necesitaba compañía, explicaciones, contención y contexto.

El reto entonces era trabajar desde la sociedad civil y lo público en reponer lo colectivo, en un año de pérdida de contacto físico con los demás, que en ocasiones se trasformaron en una amenaza. Es difícil y había que explicar que para cuidar a alguien había que no verlo, y eso era algo complicado de entender. En esa construcción de sentido estaban los miedos, las emociones, las fantasías, las angustias, y entonces la prioridad se volvió también visibilizar a las infancias, que históricamente han tenido poca posibilidad de autorepresentarse.

 

Es difícil la representación de los niños, niñas y adolescentes, ver desde su mirada, debido a que salieron de la escena pública, y entonces el proceso fue darles de nuevo visibilidad desde los medios de comunicación, que estuvieran en pantalla a través de ellos porque no todas las experiencias infantiles o juveniles son iguales, y no todos tuvieron conectividad ni tuvieron la oportunidad, por ejemplo, de continuar con sus estudios. Hubo que generar los espacios, desde sus preguntas en pantalla, sus voces, poner a los personajes de los contenidos usando tapabocas, ver sus dibujos de cómo veían el mundo desde su ventana o de los que imaginaban y deseaban que fuera.

 

Ahora, hubo que acompañar a través de los programas también su salida de nuevo al mundo, que ya no fue igual, para entender la nueva cotidianidad. Y este momento también sirvió de excusa para crear una experiencia inédita de participación y construcción ciudadana: el primer consejo de niños, niñas y adolescentes que representan las regiones del país como un consejo asesor de un canal de televisión público para pensar la programación y los contenidos. En ese espacio se advirtió como ellos quieren hablar de la pandemia, pero también de la pobreza, la discriminación, el medio ambiente…, una agenda absolutamente vanguardista.

 

Entonces no se trata simplemente de volver a una normalidad desigual y poco inclusiva, sino crear un presente y un futuro distinto pensado con los niños, niñas y adolescentes. Y para finalizar el panel de lujo interviene Gabriel Vieira, docente y becario del Instituto Tecnológico de Massachusetts – MIT (por su sigla en inglés) con proyectos de investigación-creación en narrativas expandidas, y cofundador del Centro de Cocreación en Medios inmersivos de la Universidad de Antioquia de Colombia como investigador, además, en narrativas de infancia, para resaltar que desde luego este momento nos permite ordenarnos y replantearnos un pacto, no solo para, sino con la infancia; ese espectador que es

ahora también productor, y los contenidos ya no son los reyes, sino las experiencias que pueden ofrecer la multiplicidad de ofertas y pantallas.

 

Así, las temáticas se basan ahora en la diversidad, y los niños, niñas y adolescentes consumen ya contenidos sin origen, sin acento; descubren a través de los sentimientos. Eso hace que sea necesaria una mediación no permisiva ni autoritaria, sino autoritativa, donde se observa y acompaña para llevarlos a disfrutar experiencias que los enriquezcan desde lo emocional: las historias que los comprometan, con retos en los que participen, con conocimiento útiles, valorando su nivel de autonomía de acuerdo con el rango etario, sin demasiadas instrucciones, y evitar a toda costa que las pantallas los humillen o presionen.

 

En ese contexto los reguladores, y en especial los creadores de contenidos deberían combinar lo analógico y lo digital, que está hecho para crear comunidades participativas, siguiendo la línea del desarrollo informático, de aplicaciones para dispositivos móviles, videojuegos, realidad aumentada con marcas en la ciudad, inmersión… Los formatos de ficción y no ficción de distintas duraciones deberían transmitirse no solo en plataformas de video bajo demanda, sino explotar la infraestructura territorial de la televisión digital para que la señal más tradicional sea fundamental y complementaria a la oferta de internet.

 

Entonces, toda la sensorialidad desde lo digital y lo análogo está abierta a la exploración, expandiendo las narrativas para llevar los contenidos e ideas de los medios a los espacios públicos, es decir, que las pantallas se desborden a la ciudad, con eventos en las bibliotecas, museos, parques… para que los niños, niñas y adolescentes intercambien experiencias y se adentren en un descubrir. El reto es entonces, desde el quehacer del audiovisual, aumentar sus recursos internos para maximizar sus vivencias, mejorar la mediación del adulto cuidador, y que tengan un acceso a la diáspora de creaciones que están en todas partes.

 

Todo ello para concluir que lo maravilloso del ecosistema digital de medios es que pertenece a todos los ámbitos, y ya no hay que encerrarse y permanecer en una única pantalla para disfrutarlo plenamente.